De Ramiro Calle otra cosa no sé, pero puedo afirmar que de yoga sabe un rato largo, puesto que no ha hecho otra cosa en los últimos 30 o 40 años, que no sea practicar, investigar y difundir esta disciplina.
Debo confesar que me hace una ilusión tremenda haberme mudado a Madrid y con ello tener, espero, la posibilidad de asistir a sus clases y de escuchar su solemne voz, una de esas voces que te digan lo que te digan, te lo crees, por volumen, por tono y por esa manera suga categórica de decir las cosas, que es casi como lo era el Nodo.